Frases de odio - Anónimo

Odiar a alguien es darle demasiado importancia (y a veces ni la tiene)

Del odio al amor hay un paso (Por dios, q no me pase a mí!!!)

Odia y destruye a tu hermano, pues solo en él reside la verdadera naturaleza que tu sangre clama por eliminar.

Para que el odio teniendo la ignorancia y el desprecio.

Si estás seguro de haber odiado, desprecia tu debilidad y despréciate a ti mismo.

Odio: Malestar de tus sentimientos.

El odio es la manera de saber qué nos molesta.

Te odio con el odio de la ilusión marchita.

Yo a ti no te odio, por que el odio es sentimiento y yo por ti no siento nada.

El odio tambien es amor, odias lo que sientes, pero amas.

Odiar y que te odien; Amar y que te amen; Doler y causar dolor; Ser feliz y causar felicidad; son la misma cosa, indican que estas vivo, odio a los que sólo existen y no viven.

El odio es el arma favorita de los pusilánimes.




Letanias de Satan - Charles Baudelaire

¡Oh Tú, el más sabio y el más bello de los Angeles,
Oh Dios traicionado por la suerte y privado de alabanzas!
Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!
Oh Príncipe del Exilio, a quien se le ha hecho un agravio,
y que vencido, siempre te levantas más fuerte,
Oh Satán ten piedad de mi larga miseria!
Tú que lo sabes todo, gran rey de las cosas subterráneas,
sanador familiar de las angustias humanas,
Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!
Tú que, lo mismo a los leprosos que a los parias malditos,
enseñas por amor el gusto del Paraíso,
Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!
Tú que de la Muerte, tu vieja y fuerte amante,
engendras la Esperanza -una loca encantadora!
Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!
Tú, que haces al proscrito esta mirada calma y alta,
que condena todo un pueblo alrededor de un cadalso,
Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!
Tú que sabes en qué ángulos de las tierras envidiosas,
el Dios celoso escondió las piedras preciosas,
Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!
Tú, en quien la mirada clara conoce los profundos arsenales
donde duerme amortajado el pueblo de los metales,
Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!
Tú, cuya mano aleja el vacío,
de los pies del sonámbulo al que seducen los tejados,
Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!
Tú que, mágicamente ablandas los viejos huesos
del borracho tardo atropellado por los caballos,
Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!
Tú que, para consolar al hombre frágil que sufre,
nos enseñas a mezclar el salitre y el azufre,
Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!
Tú que pones tu marca, oh cómplice sutil,
en la frente de Creso despiadado y vil,
Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!
Tú que pusiste en los ojos y el corazón de las muchachas,
el culto de la llaga y el amor de los andrajos,
Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!
Bastón de los exiliados, luz de los inventores,
Confesor de los ahorcados y de los conspiradores,
Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!
Padre adoptivo de estos que en su negra cólera
del Paraíso terrestre ha desterrado Dios Padre,
Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!

La Salvación - Lyzzie

Dos golpes en el cristal de la ventana fueron suficientes para arrancarla de aquel profundo sueño. Lena, algo asustada, se levantó lentamente, apartó la cortina y se asomó a la ventana, hasta cerciorarse de que en el jardín no había nadie. Volvió a cerrar la ventana pensando que quizá una de las ramas de aquel frondoso árbol, empujada por el viento, había golpeado los cristales hasta despertarla. Ahora la habitación tenía un olor extraño, como de tierra húmeda, que cada vez se hacía más intenso. Se convenció de que el jardinero debía haber regado las flores y se volvió a meter en la cama, esta vez tapándose con la sábana de franela hasta las orejas. Era incapaz de volver a conciliar el sueño, el susto la había desvelado y ahora no podía dormir, así que decidió quedarse estirada mientras daba rienda suelta a sus pensamientos, cuando algo volvió a ponerla muy nerviosa. Le pareció escuchar un aleteo al fondo de la habitación, donde colocaba los libros, y al abrir los ojos para comprobar que todo seguía en orden, descubrió que dos ojos de un amarillo brillante la observaban desde una de las estanterías.
Lena se sobresaltó y se sentó de un bote sobre la cama. Un sudor frió empezó a recorrerle la espalda y el miedo empezaba ya a apoderarse de la pizca de cordura que en aquel momento le quedaba. Se pellizcó el brazo con fuerza y ahogó un grito de dolor, no estaba dormida, aquello era tan real como las clases de piano que impartía dos veces en semana. Como pudo se arrastró por el colchón y palpó a oscuras hasta encontrar el interruptor de la lamparilla. Con la luz encendida todo parecía normal, todo excepto aquella horrible cosa que se aferraba a uno de sus libros de partituras.
Era un murciélago, ahora podía estar casi segura, debió entrar por la ventana sin que ella se die
ra cuenta, quizá eso era lo que se había estrellado contra los cristales. Algo más tranquila ya por haber reconocido a la criatura, se apoderó de una caja de cartón que guardaba en un rincón del armario e intentó varias veces, y sin obtener ningún éxito, atrapar al maldito bicho que le estaba arruinando la noche. El murciélago gritaba y aleteaba de un lado al otro de la habitación, hasta que decidió que había llegado el momento de mostrar su verdadera identidad. Sus alas se convirtieron en una negra capa y su esquelético cuerpecito, en uno de los vampiros más apuestos que rondaban la ciudad. Lena era una chica muy bonita, de ojos color miel y cabellos sedosos y claros como el trigo, pero ser hija de un aristócrata le suponía un límite para elegir sus amistades, incluso el amor, y eso la apenaba. Recientemente sus padres habían acordado un matrimonio de conveniencia con un joven de buena posición al que no conocía, y desde entonces se había aplicado más que nunca en sus clases de piano para no pensar.
El vampiro se acercó a Lena con cierta seguridad de conseguir a su presa, mientras en el rostro de ella se reflejaban el miedo y la consternación. Esto hizo que aquel intruso que había aparecido de la nada la agarrara por la cintura atrayéndola hacia sí en un solo movimiento, y deshiciera lentamente el lazo de su camisón dejándole los pechos semidesnudos. Lena miró fijamente al vampiro y en sus ojos pudo leer la salvación, tras aquella apariencia de brusquedad, creyó encontrar un mar de ternura, o por lo menos a ella eso es lo que le pareció.

- Niña de ojos claros, sé de tu desdicha. Soy Learzen, el vampiro más poderoso de esta ciudad. Veo que la pena se acomoda sobre tus espaldas y yo vengo a ofrecerte una nueva vida
- ¿Y qué vida puede ser esa? Desde que ya no soy dueña de mis sentimientos, no me importa nada, no encuentro un solo motivo por el que luchar.
- Lena, te ofrezco una vida eterna, donde yo seré tu príncipe azul y tú serás mi hermosa princesa, sin imposiciones.
- Bien, aquí ya no podré ser feliz.
El vampiro le retiró el cabello dejando al descubierto su hermoso cuello y le clavó los colmillos mientras la abrazaba para que no se desvaneciera. Bebió de su esencia hasta que quedó satisfecho y se la llevó lejos, muy lejos de aquella vida.

La Salvación - Adolfo Bioy Casares

Ésta es una historia de tiempos y de reinos pretéritos. El escultor paseaba con el tirano por los jardines del palacio. Más allá del laberinto para los extranjeros ilustres, en el extremo de la alameda de los filósofos decapitados, el escultor presentó su última obra: una náyade que era una fuente. Mientras abundaba en explicaciones técnica y disfrutaba de la embriaguez del triunfo, el artista advirtió en el hermoso rostro de su protector una sombra amenazadora. Comprendió la causa. "¿Cómo un ser tan ínfimo" - sin duda estaba pensando el tirano - "es capaz de lo que yo, pastor de pueblos, soy incapaz?".

Entonces un pájaro, que bebía en la fuente, huyó alborozado por el aire y el escultor discurrió la idea que lo salvaría. "Por humildes que sean" - dijo indicando el pájaro - "hay que reconocer que vuelan mejor que nosotros".



Machomenos - Bicho Maldito

Nunca fui ejemplo de sociabilidad, pero si hay una jauría en la que tuve especial cuidado de NO ficharme fue en algún club de tobi, o como se llamen esas fraternidades masculinas excluyentes, del tipo Fight club, Jackass o "No Ma'am" Bien saben los sociólogos y criminalistas que donde abunda la testosterona, escasea la neurona.

De partida, el concepto vulgar de hombría es bastante debatible, o francamente estúpido. He tenido la tragicómica suerte de conocer a algunos sujetos que asociaban ser hombre con moverse en pandilla, comunicarse con eructos, meter el rosario completo de garabatos en apenas 2 frases, emborracharse tupido y parejo, oler a caballeriza o hablar de mujeres como quien vitrinea en videoclub porno. El asunto no me preocuparía demasiado, de no ser porque estos crápulas arruinan la reputación de todo mi gremio. Si las féminas llegan a pensar que todos los hombres somos así de rudimentarios, tienen motivos de sobra para fumigarnos con cianuro.

Me acuerdo esta entrevista al cantante Henry Rollins Hablaba en tono sarcástico de los conciertos en que participó: “mucho torso descubierto, mucho sudor, mucho contacto. Hermano, eso era bien extraño”. Estoy de acuerdo. Algunas actividades que se suponen masculinas son harto sospechosas, por decir lo menos.

Al psiquiatra y dramaturgo Marc A. de la Parra oí decir que la auténtica virilidad es silenciosa y no hace alarde. En todo caso, si lo que se busca es un símbolo, con seguridad no está en los músculos, modales cavernarios o bravuconería. Viril y valiente es un bombero rescatista como los de Chernobyl (varios de ellos murieron en minutos, producto de la intensa radiación a que se expusieron por salvar vidas), el soldado en plena línea de fuego (Austerlitz, Verdún, Normandía, etc.), un cirujano de urgencias, algún padre abnegado que perdió a su mujer y debió hacerse cargo de la crianza (como mi fallecido abuelo) o aquel discapacitado dando pelea contra un nuevo día de penurias. A eso llamo yo cojones. Lo demás es fanfarronería de petiso.

Sé de otros mosquitos que insultan a sus chicas, las dejan tiradas para irse de juerga o en el peor de los casos las golpean o incluso matan (aun cuando la mujer que consiente en ser abusada tiene su parte de culpa en todo el jaleo). Pensarán que son quien lleva los pantalones, pero la supuesta hombría de estos fantoches está en tela de juicio. Además, como dije por ahí a alguna mujer dolida: el tío que busque en su novia a un amigo o amigote no es necesariamente homosexual, pero tiene bastante de pendejo.

¿Yo? Jamás fui de pandilla ni comparsa. Mucho menos me preocupa demostrar cuan hombre soy. Las pruebas de virilidad son jugarretas que interesan especialmente a quienes tienen dudas de la suya propia.

“I’m a man. I spell M-A-N. That represents man… No B-O-Y. That means mannish boy...” (Mannish Boy, de Muddy Waters, cantante y guitarrista de blues)

Fuente: http://bichomaldito.blogspot.com/

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