En el umbral y en presencia de la muerte, detente;
Observa su rostro inerte y sus ojos ausentes
Su congelado hálito invadiendo tu mente
Y juega a morir dentro de ti, en tu subconciente.
Seducela en silencio sin que despierte
Ante los ojos de todos y sin nada evidente
Lograrás una conquista sin presedentes
Haciéndola tuya, conseguirá creerte
Más la dama reclamará su presente
En su derecho de emisaria de la muerte
Tomará tu corazón y lo estrujará lentamente
Gota a gota monstrándose indiferente.
Y cuando con tu último aliento lamentes
Que todo esto fuese diferente
Será el momento más hiriente
Cuando solo contemples tu suerte.
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