Cansancio Absoluto - Viradu


El sol corrió sobre el cielo, como siempre lo había hecho, y otro mes cayó sobre la casa. La piedra gris y fría se había cubierto de musgo y enredaderas, que luchaban entre sí por el espacio. Adentro del recinto, el habitante, mucho más viejo que la casa, contempló el exterior. Debería salir a alimentarse otra vez. Ya se había hecho tan aburrido. Los primeros siglos, cazar a la presa los satisfacía más que el sustento que su sangre le daba. Luego, empezó a ver a los mortales como uno mira a una bolsa de papas fritas, como algo para pasar el rato, sin pena ni gloria. Siglos después, ya le daba asco la fútil resistencia que muchos presentaban, y se dedicaba a rumiar los cadáveres frescos de los cementerios, que se le hacían mejor compañía, y más cercanos.
Durante un tiempo, había considerado divertido que hubiese mortales que quisieran matarlo, permanentemente. Leía, divertido, los pasquines que hablaban del "asesino misterioso" que vagaba por la ciudad. Los cazadores le daban un toque más sabroso a la cacería. Pero eso terminó también. Llegó el punto, que los cazadores le parecieron tan aburridos como los mortales ingenuos que cazaba a veces. Empezó a dejarles pistas, para darles ventajas. Les reveló detalles que podrían usar para destruirlo, pero vivían tan corto, y morían tan fácil, que la experiencia de uno no le servía a su sucesor. Así, este día, en pleno aburrimiento, y cansancio absoluto de esta tediosa existencia, se lanzó, sin oponer resistencia, en las manos de uno de sus enemigos. Por desgracia, éste quería entenderlo y estudiarlo, no destruirlo. Ahora, el vampiro había pasado a ser un fascinante descubrimiento de la ciencia y no un objeto de terror. Triste final para un depredador de la noche.



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