Superman - SphereWolf

Superman llegó completamente descafeinado, con tanto sueño que ni siquiera podía cuartearse a las escolares con su súper vista de rayos equis (porque aunque no lo crean superman siempre ha sido más turbio que planta carnívora disfrazada de claveles en el jardín de una anciana).
Y quiso volar pero no pudo, mereciendo, sin duda, las risas y las burlas que una pandilla de gorriones pre-adolescentes le lanzaron.

Y quiso hacer un tornado con su aliento súper atómico para vengar tan cruel e irrespetuosa ofensa, pero era tanta su abulia de tortuga en invierno que no consiguió más que caer exhausto al suelo, con tan poco aire en las cajas de acero de su pecho que ni siquiera se acordaba de su súper-nombre (se debatía entre la duda de si era batman o aquaman).
Tenía serios problemas, parecía ballena japonesa.
Entonces no se le ocurrió nada más brillante que apelar a su increíble fuerza kriptoniana y se agarró del parachoques trasero de una micro que frente a él pasaba, para, de esa forma, llegar al diario “el planeta” fuente de su disfraz de imbécil y en donde estaba su más fiel esclava.
Sí, Luisa Lein, lo esperaba dichosa por la suerte de ser la novia de un súper-súper-héroe, el más fuerte y preparado para enfrentar peligros extremos, el presidente del club de los súper amigos, el más capaz de cualquier cosa, aunque cualquier cosa sea aprovecharse de ella (de hecho día a día cedía sin resquicios a los mandatos flagelantes que este desenmascarado defensor le imponía para alimentar sus traumas infantiles, esos que eran producto de su falta de leche materna y de la explotación a la que su padrastro lo sometió).
Resultó ser que realmente agarró el parachoques del vehículo que le serviría, supuestamente, para lograr tan mínima hazaña.
Pero sucedió que en medio del camino sus manos de súper-héroe le pasaron la factura de tantos esfuerzos hechos en pos del bien y de la paz, de tanta súper masturbación compulsiva y de quien sabe que otra cosa… y le informaron sin mediar compasión alguna que sufría de una artritis aguda.
Pobre mísero súper acabado, ya no se podía ni las penas, estaba tan vencido que hasta Lex Luthor presintió el duelo.
Bueno, se sacó la cresta y se hizo mermelada… digo, el camión que atrás venía lo aplastó y no dejo más rastro de él que unas súper vísceras reventadas y esparcidas por el suelo como orina y caca en la cama de un niño… un asco.
Pero como era súper tenía la posibilidad de reconstruirse y rearmarse de tal forma que nadie notaría la diferencia que dicho desliz acarrearía. Porque mal que mal errar es humano o mejor dicho en este caso, errar es súper humano.
Pero para lograr aquello tenía que reunir sus súper fragmentos, porque de otra forma se arriesgaba a quedar súper mal puesto.
Y mira tú que al súper mermelada no se le ocurrió nada más genial que pedirle a los gorriones pandilleros que le ayudaran en su tarea.
Mísero súper idiota: los gorriones se lo engulleron de almuerzo, sin olvidar antes comentarle que Luisa Lein era bisexual, de hecho ellos la habían visto creando en pelota variadas formas con la mujer invisible, una de las más serias y sobrias integrantes del club de los súper amigos (por eso digo yo “las apariencias engañan”, bueno, la apariencia de la mujer invisible es invisible pero eso no excusa para no poner atención, sobre todo si se cuenta con una súper vista de rayos equis)
¡Ya!, para que seguir criticando al súper tarado, es de esperar que los gorriones lo defequen luego para que se pueda reconstruir finalmente y tengamos de vuelta al desdichado… de lo contrario no sé que va a pasar con E.E.U.U., porque Rambo ya está muy viejo y todos los otros son y fueron homosexuales… menos Bruce Lee, pero ese era chino, no cochino o talvez era japonés pero no al revés, o quizás era tahitiano pero no por el…

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